INGREDIENTES:
una ventresca de atún o de bonito
pepino
olivas negras
aceite virgen extra del bajo Aragón
sal maldon
PROCEDIMIENTO:
Innumerables son los platos que se pueden realizar con este maravilloso producto que es la ventresca y como los atunes capturados cunden mucho haremos alguno mas. Este no deja de ser una ensalada tibia, con el contraste del refrescante pepino y la ventresca hecha a baja temperatura.
Asamos la ventresca en horno a 75 grados una hora, ya sabes que todo el pescado pero especialmente el atún para estar sublime no debemos pasarnos de cocción, también puedes hacerla en una sartén a fuego fuerte un minuto por cada lado y taparla y ya fuera del fuego dejar que acabe de hacerse con el calor residual.
Para presentarla la ponemos en medio de dos láminas de refrescante pepino, unas aceitunas negras cortadas en anillas, unas escamas de sal maldon y un sublime aceite de oliva del bajo Aragón harán el resto.
La ventresca de atún
La ventresca de atún es uno de los bocados más apreciados en los fogones durante el verano.
La gastronomía es capaz de deparar experiencias casi infinitas. Una de ellas es la de comer una ventresca de atún al caldo de wasabi en el Poblet, cuyo trozo había sido extraído de una pieza de 70 kilos. No el pez, sino la zona ventral. Quique Dacosta la denomina, con fundados argumentos, «chuletón de Dénia». Y eso que no acierta del todo, puesto que muy pocos lomos altos de vacuno han llegado a producir tanta sensación grasa en boca como ese pedazo de ventresca. Pues bien, la ventresca cocida a baja temperatura ganaba a tales joyas, provocando una sensación similar a la de una tocineta de cerdo iberico de seis arrobas. Se fundía en boca de manera sorprendente hasta saturarla de sabor.Y del mejor restaurante de la provincia de Alicante al mejor de Valencia. Dos días después, en Ca'Sento nos sorprendieron con una fórmula que reunía las tres mejores partes del atún, lo que propició la posibilidad de hacer una cata excepcional. Ventresca, morrillo cogote y carrillera con flores de calabacín y emulsión de tomate confitado con pimiento verde. La receta fue estelar, como corresponde a un chef con enorme sentido de la realidad y un inmenso futuro, Raúl Alexandre, pero lo superior fueron las pieza y su tratamiento. Servidas en el orden citado, lo cual es una acertada elección, todas las carnes mostraban el común denominador de la gelatinosidad y la grasa, que brindan jugosidad y sabrosura. Y en cuanto a la ejecución, impecable al dejar la carne roja, como si de un solomillo se tratase.Pescados de carácter Es preciso resaltar que ningún otro pescado como el atún (o también el bonito) ha vivido una transformación tan radical en nuestra coquinaria. Hasta fechas muy recientes se cocía en exceso, de forma que perdía su color natural y se endurecía, poniéndose pastoso y perdiendo jugosidad e inmaculabilidad gustativa. Y esta revolución, la del bonito y atún rojos, que se ha implantado en la cocina culta en la última década, no es sino una influencia foránea, que tiene como antecedentes los carpaccios y tartares de Francia e Italia y la repercusión de la gastronomía japonesa, tan de moda. Si a ello se añaden los conceptos imperantes en la alta culinaria de vanguardia, es fácil comprender el drástico cambió de punto de hechura de estos pescados, que ahora se presentan con su tonalidad innata o dorados por fuera y sangrantes en su interior. Tanto el atún como el bonito poseen un recio carácter gastronómico. Su color, su textura y su sabor son muy carnosos. Así, se les conoce popularmente por los apelativos pollo de mar, ternera de mar o chuletón de Dénia. Además, suman otro importante valor: todavía son peces que abundan en nuestras costas y que atraviesan su mejor época en estos meses. Por tanto, nos encontramos ante manjares fresquísimos, preferibles a los que vienen de África o de Sudamérica.Gastronómicamente, es posible señalar tres diferencias: mucho más rojo el atún, más rosáceo el bonito; más consistente el atún, más frágil el bonito; más sabroso el atún, más delicado el bonito. Como ejemplo, vale la siguiente comparación: el atún se asemeja más a la vaca, y el bonito a la ternera. Sea cual fuere la preparación, acuérdese de que si todo pescado ha de comerse poco hecho, en el bonito y el atún es donde esa filosofía se ha hecho más evidente. (Rafael García Santos)