Abre y cierra en las olas su equipaje.
Es la consigna del viajero azul.
El amor le ha enseñado a quedarse desnudo.
De los espejos nacen sus tormentas.
Ha convertido en ley
la paz del sol poniente y el rayo de la luna.
Le ha pedido a los bosques su silencio
para llenar de naufragos un murmullo del agua.
Pero da compañía.
Conoce la madera que flota en cada edad y prepara sus buques
para que cumplan años en nuestros corazones.
Los niños tienen miedo y encuentran en la luz
la bandera inocente de los días piratas.
Después los cofres guardan soledad,
y más tarde las dunas persiguen a las dunas
en noches de verano flexibles como un cuerpo.
Hasta que llega al horizonte
el óxido sagrado de los atardeceres,
cuando un reloj de arena pregunta por el sur
junto a las caracolas que miden nuestros pasos.
Las olas competitivas contarán hasta diez.
Enseñará la muerte a besar en los ojos.
Dominio de la piel en rebeldía
memoria de la espuma y de la oscuridad,
tesoro de los años,
el mar es un secreto que defienden
las palabras azules de la orilla.
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