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lunes, 18 de enero de 2010

¿ EXISTE EL GIN TONIC PERFECTO, MSR ROBINSON ?




Mientras ella, sentada en la cama, se subía las medias poco a poco, en una excitante parsimonia, el se lo dijo: LA AMO MSR ROBINSON.
Habían pasado más horas juntos que la mayoría de las parejas mortales, sabían que eran el uno para el otro, aquella amistad se convirtió en una pasión sin control, ella ahondaba en sus silencios, con las lágrimas a flor de piel, él, se moría por gritarlo al viento y que todos los supiesen, incluido su marido, el señor ministro... tanta pasión desbordada, tanto secreto, tantos años de diferencia de edad, pero el deseo no entiende de calendarios, el deseo cuando explota, no hace caso a jaculatorias del domingo por la mañana, ni a oraciones dichas entre dientes, el deseo cuando explota es un volcán, aunque la lava se deslice por la pared de la juventud...

Msr. Robinson ataviada con su entreabierta bata de seda, se levantó, tomó, del cercano mueble bar, dos copas anchas (nada de estilizados vasos), sobre la bandeja había dos verdes limones y cubitos de hielo, en aquel momento le vino a la cabeza como se hacían los perfectos cubitos de hielo para un perfecto gintonic, quizás se lo había visto hacer al gourmet de su marido, el señor ministro, una tenue sonrisa se dibujó en su rostro, quizás de morbo: en realidad lo único bien que hacía su marido eran los gintonic... aquellos cubitos de hielo, seguro que estaban hechos con agua mineral en la que se habían triturado y macerado 4 gramos de cardamomo, 6 gr de semilla de enebro, y guardado todo el conjunto una semana a 4 grados, puso 5 de aquellos cubitos macizos en la copa ancha, observó la botella de ginebra, era Hendrick, hubiera preferido la Martin Miller´s, y que estuviera algo más fría, puso una parte de ginebra por 4 de tónica, por supuesto la tónica era Fever Tree, muy fría... acabó sacando a los verdes limones una peladura, no una rodaja y menos la parte blanca del limón, el señor ministro siempre puntualizaba: La rodaja aporta excesivo ácido y reacciona de forma inmediata con el bicarbonato de la tónica "jodiendo" las burbujas hasta dejar sin fuerza la bebida, y su marido sabía algo de esto, sin duda más que de ardientes pasiones que apagaran fuegos incontrolables... retorció con las manos, encima de la copa, la peladura del verde limón para que cayese sobre el líquido esa explosión de gotitas, de néctar cítrico, acabo refrotando la corteza sobre el borde de la copa y se la ofreció...mientras le decía: bebe, mi amor, la “vida útil” del gin-Tonic es breve, el tiempo que se tarda en rezar 4 padrenuestros y dos ave Marías... aunque la vida, al igual que sucede con la sinceridad, están sobrevaloradas...
Aquel adolescente con una sonrisa malévola pensó: Hay que ver como son estas "asaltacunas", de lo que son capaces, te llevan el desayuno a la cama, te preparan un maravilloso gintonic y hasta te ponen una mercería o similar...

Yo quiero una.


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