Cuando las tardes tórridas de verano parecen devorar las grandes ciudades, cuando las terrazas se llenan de "rodríguez solitarios con caras de interesantes" y sonrisas en busca de complicidad, cuando el cielo esta de un azul insultante y el bochorno golpea las caras, cuando la ciudad parece dormitar sin ganas de desperezarse, esas tardes en que sólo se debiera estar a la sombra de un árbol, o sumergido en la playa, esas tardes en que el tiempo dormita esperando septiembre, tardes en que los pájaros espían a los humanos, casi seguro sin entenderlos, tardes, en las que, seguro se entrelazan miles de extremidades en esas siestas interminables, si, era una de esas tardes, por esa época andaba con la libido perdida en una escondida estantería, junto con objetos olvidados e inservibles, una época gris, de esas que interesa olvidar lo mas rápido posible, pero que existen ,vaya si existen... te lo aseguro...
Pues en una de esas tardes le sucedió...
Como un "rodríguez más, venido a menos" buscó el fresco de uno de esos pubs, un poco oscuros con una decoración recargada y unas camareras enseñando el ombligo...
Una cerveza, por favor.
Aún recién probada la cerveza, con la espuma en los labios. al girarse, lo descubrió, estaba allí ,un minúsculo triángulo rojo que se asomaba por encima de la cintura de un pantalón tejano, que capacidad de erotismo! supongo, quizás en otros tiempos porque ahora mismo como que no...al subir la mirada, vió una chica joven, rubia, preciosa , aquel tanga tenía rostro, unos ojos miel, una melena rubia con una sonrisa entre pícara y tímida. Cuando entrecruzamos las miradas seguro que pensó: uno más, otro cincuentón baboso.... pero se equivocaba, el veía el rostro de su hija, como en un click mágico en el que a intermitencias varía la imagen que estaba viendo...
El, que era bastante incapaz de estar callado en estas circunstancias, rompió el hielo.
Hola! (ya ves, muy original)
Hola, me contestó, supongo que esperando alguna procacidad de un cincuentón preparando la captura, pero debió intuir que no era esa su intención, porque continuó ella...Cómo llevas el verano?
lo llevo, le dijo ,aunque te aseguro que he tenido mejores épocas...
Después de bastante tiempo le dijo: me tengo que ir.
El le contestó, ha sido un placer hablar contigo.
Ella a su vez respondió: perdóname.
Porqué? le dijo, que tengo que perdonarte?
Porque creí que eras un baboso cincuentón, sabes? me ha gustado mucho hablar contigo.
Y, cuando ya se iba, le dijo ah, el tanga continúa, no se queda sólo en el triangulo, pero tu tienes un arma mas peligrosa que un tanga: es tu palabra, me gusta escucharte....cuídate......y desapareció....
No os podéis imaginar cómo quedó su autoestima, por las nubes, casi se conviertió en "rodríguez en ejercicio",pero no, continuó allí con otra cerveza, pensando, y de vez en cuando veía el rostro de su hija...
En aquellos momentos vino a su memoria un texto que leyó hace tiempo de Gamboa, un escritor colombiano, no se por qué, quizás como defensa ante esos patéticos miles de "rodríguez" que acechan en las tardes de verano a jovencitas de tanga rojo.
Recordaba que hacía una alabanza de las mujeres de más de 40 años: serenas, comprensivas, seductoras, sensatas, que a pesar de sus patas de gallo o de su celulitis en sus muslos las hace tan humanas y comprensivas.
Que bellas son las mujeres de mi generación!, se decía, con el influjo de la música de los beatles y de Bob Dylan, aquellas que vivieron la revolución sexual en sus carnes, herederas del feminismo en su mejor versión, aquellas que combinaron reivindicación con seducción, jamás vieron en un hombre a un enemigo aunque le cantaran mil verdades.
Son maravillosas las mujeres de mi generación y tienen estilo, usaron faldas hindúes y suéteres de lana y perdieron su parecido con María en una noche loca de sábado, después de bailar, bebieron ron cubano y soltaron alguna lagrimilla escuchando a Silvio o a Pablo.
Son maravillosas las mujeres de mi generación, aquellas que recibían a un amigo aunque fueran las 4 de la mañana y que estaban dispuestas a darte el octavo whisky y a ponerte por sexta vez aquella melodía de Santana.
Por eso, para los que nacimos entre las décadas del 40, 50 y 60, el día de la mujer es, en realidad, todos los días del año, cada uno de los días con sus noches y sus amaneceres, que son más bellos, como dice el bolero, cuando estás tú.
¡Qué bellas las mujeres de mi generación ! pero, lamentablemente, por cada una de estas mujeres: impactante, inteligente, bien vestida, sexi...hay un cincuentón, pelado, gordo, barrigón y con los pantalones arrugados haciéndose el gracioso con una chica de 20 años.
Perdón, señoras, les pido perdón sólo por eso