Las había de carbón, y de leña, eran las cocinas o "cocinillas" económicas, de los años 50-60, a estas generaciones que sólo han conocido la vitrocerámica y las encimeras de silestone, les sonará a pleistoceno o a antigualla decimonónica, tampoco hay que remontarse tanto en el tiempo, unos 50 añitos, bueno, quizás si que es demasiado, medio siglo, dicho así aún suena peor.
Estaban fabricadas de chapa y de fundición, tenían su depósito de agua caliente y un grifo que siempre acababa oxidado y goteaba por lo que era casi inevitable poner un pequeño recipiente colgado a modo de pozal, para recoger el agua, como combustible usaban carbón o leña, de encina normalmente, cuidadosamente cortada para que cupiese dentro.
Albergaban un maravilloso horno, siempre dispuesto a calentar desde el ladrillo, que posteriormente forrado con una trapo, hacia que las noches de invierno fueran mas llevaderas, si señores de edad temprana, se usaba un ladrillo caliente como compañero de cama, colocado entre las gélidas sábanas que ayudaba a sobrellevar las noches invernales, como decía, además de calentar el ladrillo, permitía hacer unos asados de los de quitarse la boina, lentamente, sin tiempo, con aquel calor natural envolviendo la pierna o paletilla de aquel cordero lechal con patatas a lo pobre, que inundaba de aromas aquellas amplias cocinas, que hacían de cocina, por supuesto, de comedor, de sala de estar y de habitación para hacer los deberes, yo allí aprendí a declinar el rosa-ae, la tabla periódica de los elementos, o los afluentes del Ebro por la derecha, allí funcionando en multitarea, mi madre cocinaba, mi padre hablaba con alguien que había venido y yo en la mesa camilla con mis cuadernos de muelles algo grasientos (porque siempre se perdía alguna gota de grasa o aceite), todos cabíamos en la cocina, nadie molestaba...y mientras los aromas del asado iban impregnando todo, hasta aquellos viejos libros de latín olían a patatas a lo pobre...
El telefunken anclado en la pared a modo de presidente omnipotente y plenipotenciario, reinaba en la cocina:
- Súbele la voz que va a dar el parte...
Entre aquellas fragancias que inundaban la atmósfera de la cocina, y que emergían de aquel horno de la cocina económica, el telefunken iba desgranando las noticias: han matado a Kennedy, los magníficos, campeones de la copa de ferias...yo seguía "malcaligrafiando" aquellas sucias libretas con rayitas horizontales...
Poco después, llegó el blanco y negro, si la televisión, lectores de temprana edad, no se si sabéis que hubo una vez en que la televisión no era de colores, y por supuesto aquella televisión con su inefable mesita de ruedas volvió a cohabitar con nosotros en aquella cocina, no demasiado lejos de la "cocinilla económica", dejando en un segundo plano al "telefunken", cual "cacharro" decrépito y anticuado... y mientras ponían Bonanza y el Virginiano volvía a sentir aquellos efluvios de bizcocho recién hecho que salían de aquel horno...
Aquel bizcocho con anaranjadas yemas de huevo de corral, batidas hasta espumar, las claras aparte a punto de nieve, harina, aceite de oliva y unas gaseosas de papelillo marca "El Tigre" para que subiera la mezcla... y al horno de "la económica" en un asador al que previamente habían forrado con papel de horno...
Aquel olor a bizcocho recién hecho parecía salir de las entrañas de aquella cocina de hierro fundido...