lunes, 1 de septiembre de 2008

EL QUESO DE TRONCHON ( MAESTRAZGO)




Tronchón es un pequeño pueblo del maestrazgo turolense. Tiene el raro privilegio de dar nombre a un queso. Además no es un queso cualquiera. Apreciado por Sancho Panza y por el exquisito paladar de María Antonieta ha sido embajador de la tierra que le da su nombre.

Este queso que tradicionalmente era sólo de oveja y ahora se hace también de cabra, presenta una original forma de volcán con curiosos grabados de motivos florales. Su forma deriva de las encillas de madera y que hoy por hoy son de plástico.

Si se mantiene la tradición de los "nones" en todas las tareas del proceso: las tres vueltas en su prensado, por ejemplo. En la coagulación con cuajo animal, hay deseos de retornar a los cuajos vegetales con cardo.

Tras un laborioso proceso y una curación de 5 ó 6 meses ofrece un color amarillo, ceroso al cortarlo, no suele presentar ojos y su textura dura se torna mantecosa en el paladar. Tiene un olor intenso y en boca la primera impresión es un equilibrio dulce y ácido, para pasar después a un sabor contundente donde aparecen destellos de cereales, frutos secos y picores suaves y agradables.

El antiguo "sudado y dormido" en la elaboración del queso se torna "sosiego y placer" con un pedazo de tronchón en la boca a la vista de las sierras del maestrazgo.


Queso TRONCHÓN
Descripción
Tiene forma de rosco, circular, y suele tener grabados en la corteza diversos motivos florales o geométricos. Se elabora de invierno a verano, principalmente en primavera. Elaborado con leche cruda de oveja, la corteza es lisa, cerosa, sin mohos y de color amarillo intenso. El interior es cerrado, sin ojos o con pequeños orificios del tamaño de la cabeza de un alfiler. De textura poco elástica, incluso friable para los curados y de color marfil a amarillo pálido.
Degustación
Historia
Sabor intenso y desarrollado, muy graso al paladar, ligeramente ácido y salado. Es un queso de corte y mesa para degustar con pan tostado o de leña y también para fundir y acompañar el pan seco y las sopas morellanas.
Se elabora básicamente en toda la comarca natural del Maestrazgo, que abarca el norte de Castellón y el sureste de Teruel también acercándose al suroeste de Tarragona. También se le denomina como queso de Aragón.

TRONCHON (EL PUEBLO)

La localidad se encuentra bajo la muela de Monchén. Su altitud es de 1100 metros y cuenta con una población de 110 habitantes. La localidad fue reconquistada por Alfonso II y posteriormente pasó a manos de Gastón, Maestre de la Orden de Sant Redentor. Durante las guerras de la Independencia y las Carlistas tuvo un importante papel.

Visitas de interés:

El Ayuntamiento, construido alrededor del año 1600, cuenta con dos plantas con mampostería en piedra. En su planta baja se encuentra la antigua lonja de estilo renacentista. La iglesia Parroquial de Santa Magdalena (año 1600). Junto a la iglesia se encuentra el Arco de Val. Las ermitas de Santa Ana y el Tremedal, esta última de finales del siglo XVIII y con planta circular. Otras visitas de interés de la localidad son: La Capilla de Santa Bárbara, el calabozo, la cárcel, el lavadero, la Porta de San Miguel, el Palacio de Marqués de Valdelolivo, la Casa Monforte y la Casa Rectorado.

Fiestas y tradiciones:

El segundo domingo de septiembre se celebra la festividad de la Virgen del Tremedal con la celebración de una romería hasta la ermita dedicada a esa Virgen. El domingo más cercano al 17 de enero se celebra San Antonio Abad.El 13 de junio San Antonio de Pádua.

Gastronomía:

Los quesos de Tronchón saltaron a la fama cuando Miguel de Cervantes los cita en el Quijote. La actividad continúa desarrollándose en la actualidad. También destacan en su gastronomía la cecina y el cordero.

La artesanía:

En la antigüedad además de por su queso, Tronchón era conocido artesanalmente por sus alfarerías y por la elaboración de sombreros de fieltro. La cerámica y alfarería de Tronchón abastecía a la corte y durante las guerras carlistas a sus tropas. La actividad desapareció a principios del siglo XX.Los sombreros de fieltro se realizaban con pelo de conejos domésticos criados para tal fin. En el año 1711 el rey encargó la elaboración a los artesanos de la localidad de sombreros para él. La actividad se encuentra ahora desaparecida.

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