Después de una intensa ruta viendo piedras, y más piedras, todas preciosas, hay que reconocerlo, lady "Catedrales", y yo mismo, nos hemos visto, en poco más de dos días, la colegiata de Toro, la catedral de Zamora, la catedral de Burgos, y como no, la de Salamanca, ella, me explica todo lo referente a los "pedrusquillos", y yo la llevo a comer, que por cierto, no me come nada mal.
Hacía algún año que no estaba en Salamanca, ciudad preciosa, creo, que hay pocos momentos comparables, a sentarse en una mesa en el exterior, a las 12 de la mañana, con sol de mayo, en el café Novelty, una cerveza fresca y una tapa de ibérico...y visualizar, ese hermoso ángulo de la plaza mayor...impresionante...recuerdo, hace muchos, pero que muchos años, la primera vez que entré en la Plaza Mayor de Salamanca, por la puerta de la calle de Toro, la impresión que me dio su grandiosidad fue enorme...lástima, que esta vez había una feria del libro y estaba ocupada por casetas feriales, que quitaban ángulo de visión, que le vamos a hacer, todo sea por la cultura.
Salamanca es una ciudad perfecta para perderse...aunque, siempre es mejor perderse acompañado que sólo.
Y como no sólo de "pedrusquillos" vive el hombre, pues además de tapear por la calle Zamora, aledaños de la Plaza Mayor, el casco viejo, y degustar los farinatos...pues fuimos a comer a Chez Victor, hay que recordar, que este restaurante fue durante 23 años el único de Castilla y León distinguido con una estrella.
La historia del Chez Victor comenzó cuando Víctor Salvador, propietario y jefe de cocina, decide abandonar París, para iniciar junto a su esposa y en Salamanca, su ciudad natal, un negocio donde dar a conocer lo que se hacía en los restaurante parisinos, incluso se le tilda de tener una cocina afrancesada.
En pleno centro de Salamanca, se encuentra, este coqueto restaurante salmantino, la decoración resulta correcta con un decorado rústico un poco afrancesado con muebles de madera de tonos cálidos.
Como jefe de cocina esta Victor Salvador chef y propietario.
Como jefe de cocina esta Victor Salvador chef y propietario.
Actualmente posee un sol de Campsa y recientemente ha perdido la estrella Michelín que poseía.
No tiene menú de degustación, las cartas están escritas a mano, lo cual no me parece ni mal ni bien, siempre parece más cercana la escritura manual, pero es que está con letra tan pequeña que casi no se lee.
La carta de vino es bastante extensa y completa.
Los platos quizás no sean "sorprendentes", pero de una técnica exquisita, creo que no he comido unas verduras tan perfectas, hechas en su punto, desde hace mucho tiempo, será la influencia francesa...
De los platos que pedimos, todos con un producto y técnica perfecta, pero sobre todo, si decides tomar postre, olvida la parte izquierda de la carta y ve directo a los chocolates...maravillosos los postres de chocolate, recomendados encarecidamente para los "chocohólicos"...
No hay variedad de panes, sólo sirven un tipo de pan, en un restaurante de esta categoría, quizás debería haber más variación.
El precio medio por persona, con los platos de las fotos, mas una botella de merlot de Enate, oscila alrededor de los 65 euros por persona, me parece que está un escalón por encima de lo que ofrece, pero claro, esto de los precios, los marca el mercado...y si no los ajustas...te ajustan...es lo que dicen los "chicos" neoliberales...
De todas maneras, olvidas el precio...y siempre te quedará pasear por Salamanca, sus calles, su historia, sus rincones...y a mi, lady "Catedrales", claro...y ya no te digo nada, si encuentras la rana esa...la suerte está asegurada...
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