El mayor genio del renacimiento, Leonardo da Vinci fue un bebedor entusiasta y un amante de la buena cocina; aunque abusaba de las anchoas y de las anguilas. Se dice que en su juventud, llegó incluso a regentar alguna taberna. Pero a pesar de que era maestro en las artes de cocina, se alimentaba parsimoniosamente dando más importancia al vino místico que a la materia sólida. En su libro de cuentas, aparecen los gastos de su economía doméstica: 2 liras de pan, 6 liras de vino, 1 huevo, 4 angulas.
Leonardo fue propietario de una viña cerca de Milán, en la Porta Vercellina. En todos los países latinos, la viña fue siempre un símbolo de prosperidad. Y por eso “trovare una bella vigna” es todavía en italiano, sinónimo de encontrar una bicoca.
Leonardo no fue, sin embargo afortunado ni rico. Como maestro de ceremonias de la corte de los Sforza, era un genio organizando espectáculos y banquetes. Se presentaba como ingeniero, porque en su época eran más apreciados y mejor pagados que los pintores.
“No tengo par en la fabricación de puentes – explica en una de sus cartas de presentación – y hago pasteles que no tienen igual”. Amasando el mazapán, realizaba magnificas maquetas de arquitectura para presentar sus proyectos.
En una época de su vida cobraba sus trabajos en vino; pero, cuando ya era un artista famoso, Ludovico el Moro le regaló una viña en la zona de Nebbiolo. En su testamento deja sus viñas, por partes iguales, a su cocinera y a su sirviente Salai.
Leonardo fue propietario de una viña cerca de Milán, en la Porta Vercellina. En todos los países latinos, la viña fue siempre un símbolo de prosperidad. Y por eso “trovare una bella vigna” es todavía en italiano, sinónimo de encontrar una bicoca.
Leonardo no fue, sin embargo afortunado ni rico. Como maestro de ceremonias de la corte de los Sforza, era un genio organizando espectáculos y banquetes. Se presentaba como ingeniero, porque en su época eran más apreciados y mejor pagados que los pintores.
“No tengo par en la fabricación de puentes – explica en una de sus cartas de presentación – y hago pasteles que no tienen igual”. Amasando el mazapán, realizaba magnificas maquetas de arquitectura para presentar sus proyectos.
En una época de su vida cobraba sus trabajos en vino; pero, cuando ya era un artista famoso, Ludovico el Moro le regaló una viña en la zona de Nebbiolo. En su testamento deja sus viñas, por partes iguales, a su cocinera y a su sirviente Salai.
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