Tu y yo éramos como dos cromos pegados en la noche, ni el teléfono del insomnio podía con nosotros, viajábamos por carreteras secundarias, hasta que se deshacía la noche o hasta que la luz de Abril golpeaba la hojalata del coche del deseo.
Tu y yo éramos el murmullo del mar, siempre constante y repetido, tu y yo, siempre volvíamos a la orilla despues de cada naufragio.
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