Aperitivos: sopa de sandía y tartar de atún, ¿Porqué no sirven estas sopas frías o muy frías?, ¿tanto cuesta enfriarlas?
Tomate rosa de Barbastro una delicia culinaria, simple, sin aditamentos, sin técnicas especiales, cortado a trozos y un buen aceite del Somontano...una delicia
Pulpitos en su jugo, tiernos y jugosos
Cabrito con olivas verdes, creo que las llaman caracolillos, guiso bien ejecutado, aunque personalmente con el parmentier de patata es suficiente, para mi gusto les sobran las olivas verdes.
Bacalao con base de longaniza y suquet de gambas, una mezcla mar y montaña con el hilo conductor de la longaniza, bueno el bacalao, pero quizás la longaniza en crujiente remataría mejor el plato.
Postre de texturas de cítricos: rocas de piña y coco, sorbete pomelo,helado de limón rebozado con fresa liofilizada, puré de fruta de la pasión. Un gran postre de cítricos, creativo, con su grado de acidez necesario, de lo mejor que he comido como postre ultimamente.
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RESTAURANTE FLOR DE BARBASTRO.
El restaurante Flor, viene siendo desde hace tiempo, la enseña culinaria del Somontano Aragonés, ubicado en Barbastro, centro de la ruta del Somontano, zona que alcanzado ultimamente su esplendor por los maravillosos vinos que aquí se hacen.
Hacía tiempo que no estaba en este restaurante, años, en otro tiempo habré estado posiblemente una decena de veces, casi siempre por motivos profesionales, pero ahora hacía unos años que no pasaba por allí, así que aprovechando la vuelta de la fiesta de la longaniza de Graus, anoté en mi agenda el parar allí a comer.
Entre la decisión del menú de degustación y la carta, decidimos la carta, con poco vino, (botella de medio litro para dos), cuando hay que conducir, hay que conducir y punto.
La cocina del Flor mima el producto de mercado, eso que eufemísticamente se llama ahora producto de kilómetro cero, la huerta del río Vero da maravillosos productos así como todo su entorno.
Pedimos un par de entrantes, fuera de carta, y como recomendación nos ofrecieron unos maravillosos tomates rosas,( variedad que si tienes ocasión, no debes dejar de probar) y unos pulpitos.
Maravillosos productos ambos: el tomate rosa cortado a trozos y aderezado con aceite del somontano, y los pulpitos en su jugo tiernísimos, grandes productos sin apenas manipulación, pero los precios me parecieron fuera de lo que hace tiempo denomino "gastronomía posibilista", cobrar 15 euros por un tomate (2500 pesetas) y 24 euros por 6 pulpitos no me parece moverse dentro de una gastronomía posibilista, pero es lo que hay en muchos restaurantes, y...¿si siguen funcionando ?...
De segundo, tomamos un bacalao con una base de longaniza y suquet de gambas, en su punto el bacalao, pero quizás la longaniza en fresco no sea el mejor mediador de este mar y montaña.
El guiso de cabrito con "caracolillos" (olivas verdes cascadas) estaba bien resuelto, aunque para mí sobraban "los caracolillos".
El postre de cítricos muy bueno, técnicamente muy bien resuelto, con esa mezcla de acidez tan agradable.
El restaurante Flor, tiene varios salones con una decoración bastante clásica, el servicio algo mejorable, opino que un camarero tiene que saber responder a algunas preguntas sobre los platos, y conocer lo que sirve.
En resumen, un restaurante con un buen producto, pero quizás desajustado en el precio, lo descripto, (dos únicos entrantes a compartir y un segundo para cada uno) y visualizado en las fotos, con una botella de vino de medio litro de un crianza de bodegas Pirineos, 60 euros por persona, ustedes mismos...