¿Te has dado cuenta? Esas tardes de otoño son como esos enormes bolsos de mujer:
caben todos los recuerdos, aunque cuando los buscas, ocurre que encuentras lo inesperado. Recuerdos que queman y rapidamente los abandonas, recuerdos que acaricias y que estaban escondidos en un pequeño bolsillo de ese enorme bolso, recuerdos que humedecen los ojos, recuerdos que te hacen cerrar el puño o recuerdos que te provocan una sonrisa.
Definitivamente, no es conveniente rebuscar recuerdos en las tardes de otoño, es mejor cerrar ese enorme y caníbal bolso de la memoria y caminar.
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