Una mañana cualquiera, en el mercado, empiezan a sonar las notas de La Traviata de Verdi, el frutero, la carnicera...y el público, a algunos les saltan las lágrimas, no es para menos, esto es marketing imaginativo, del que llega al corazón, nada agresivo, y en el fondo una forma de acercar al gran público, eso que dicen que sólo es para élites: la ópera, a mi me emociona cada día más.
ESOS MERCADOS DE SIEMPRE
Yo recomendaría, a todos vosotros, pacientes lectores, la vuelta a los mercados, me refiero, a los mercados de siempre, a esos mercados, en el que llamas por su nombre al frutero y al pescatero, a los que siguen envolviendo los alimentos con papel de estraza, el de siempre, sin complejos embalajes de "forespan" y bolsas y más bolsas de plástico, al final llegas a casa y has comprado más embalajes que viandas.
Recomendaría, volver a esos mercados en los que haces un alto en el bar del mismo mercado, para tomar un café y unos churros, mientras contemplas la algarabía y el ir y venir del personal, donde puedes mirar a la cara de cada persona y describir su historia, donde te saludan sin saber tu nombre, a esos mercados, con sus colas de espera incluidas, que son todo un aporte sociológico incomensurable, nada de esos anonimatos, de las grandes superficies, en las cuales te inclinas sobre el lineal de congelados y coges una bandejita de bacalao,sin decir ni una "palabrita", en esas colas de espera conoces el mundo,hablas, preguntas, no se pase señora, que yo estaba primero... pues yo el bacalao lo desalo durante 36 horas... ¿cómo está tu hijo? ¿ cómo va de lo suyo?...parece que viene el frío...¡ Qué pinta tienen esas lubinas!, las gambas están caras... a las 10 tengo que ir a la peluquería...
Y después de comprar, con tu carrillo, nueva pausa en el bar, ahora toca cervecita y tapa, y de nuevo conversación...esto es el SLOW FOOD, una forma de vida, pero hasta esto nos lo están quitando esas grandes multinacionales, a las que vamos a llenar el carro de mil cosas que no te hacían falta...y casi todo embalajes.
Yo recomendaría, a esos que no saben lo que cuesta un billete de metro o autobús, que aparquen el coche, que abandonen la prisa, que aprendan mil lecciones sociológicas en la colas de espera de los mercados de siempre...es un retorno al mundo, a la vida... a lo lento...
¿quién es el último?
¿quién da la vez?
¿quién da la tanda?
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