jueves, 3 de mayo de 2007

INVENTARIOS



Hay inventarios de recuerdos que se confunden con un dolor inmenso.
Vienen feroces, arrebatando tonos azules, con dudas, casi brumas, casi gritos.
Entre la escarcha de sangre, entre el tenue sobrevolar del polen ávido de la flor virgen, uno se revuelca en la inmensa tierra y sabe que es perfectamente inútil ahogar la garganta con el cáñamo retorcido del tiempo.

El tránsito, fugaz momento inmerso en la más lujuriosa noche, acaba arrebatando el celo por la existencia.
En ese momento hay explosión de estrellas, que retumban (enzarzadas en la más ruin lucha).
En ese momento – no tiempo – las ingles se acobardan en la oscuridad y se derrama el poema ambiguo de la existencia.

Hay inventarios de soledades que son como alfileres que se clavan en una escondida arteria, que son como uñas sangrantes hundidas en el más blanco pecho virgen, que son como rayos perdidos, como vidrios rotos, como manchitas de sangre, como círculos de tiempo…

Suma y sigue.
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tomás

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