Después de la guerra de casi toda una vida, después de que los años sean arrugas, y de que apenas importen los espejos, lo importante es que la distancia tenga el color del beso, que las llamadas nunca sean a cobro revertido, que las noches sean una anécdota y que el color del silencio sea de un tenue naranja.
Deja que los semáforos de la noche, sean libres, que no tengan secuencias de repetición, y que entre las sábanas blancas, tu cuerpo se amolde a las curvas de su cuerpo, quizás amor sea el juego y no pasión...
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