miércoles, 6 de febrero de 2008

AUTE - LAS 4 Y 10





Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca, entonces te besé.
Aquélla fue la primera vez,
tus labios parecían de papel,
y a la salida en la puerta
nos pidió un triste inspector nuestros carnets.
Luego volví a la academia
para no faltar a clase de francés,
tú me esperaste hora y media
en esta misma mesa, yo me retrasé.
¿Quieres helado de fresa
o prefieres que te pida ya el café?.
Cuéntame como te encuentras,
aunque sé que me responderás: muy bien.
Ten, esta foto es muy fea,
el más pequeño acababa de nacer.
Oiga, me trae la cuenta,
calla, que fui yo quien te invitó a comer.
No te demores, no sea
que no llegues a la hora al almacén;
llámame el día que puedas,
date prisa que ya son las cuatro y diez



Fue el silencio quien fue tejiendo el enredo del tiempo.
Nuestras latitudes coincidieron por casualidad, por deseo expreso de alguna extraña geometría, y sin embargo los dos sabemos que otros podrían ser los hechos y otros los olvidos.
LLámame todos los días a la misma hora, ya me va bien las 4 y10, pero sobre todo no me dejes nunca ante esta terrible costumbre de vivir.

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