No, no quiero que acabe ni quiero dejar de emocionarme, eso era lo que sentíamos los 9000 que estábamos en el príncipe Felipe, lleno hasta la bandera.Y allí aparecieron los "pajáros" sobrevolando, desgranando canciones y llenando el aire de palabras como sólo los poetas saben hacerlo.
Que tienen poca voz, que cantan poco, que más da, alli estábamos los 9000 para cantar y llegar donde no podían, todos para ayudar y para masticar emociones.
Hombres curtidos con cerveza en mano cantando a pleno pulmón aquello de 19 días y 500 noches, o no hago otra cosa que pensar en tí, que fue cuando el "noi de poble" sec aprovechó para recordar que su musa era de Zaragoza y no digamos de aquello de nací en el mediterraneo, el pabellón se venía abajo.
Empezó el concierto con una broma, en las pantallas gigantes salía Iñaqui Gabilondo diciendo que se suspendía el concierto por problemas de salud de los "pajáros", pero no, todo era una broma, que no estaban muertos, estaban tomando cañas, estaban de parranda...genial la versión que hicieron de la canción de Peret, eso si les faltó el revoltillo a la guitarra con la destreza que lo hacia el rumbero catalán.
Después todo: juntos, separados, revueltos, en plan roba canciones, hasta quedarse sin repertorio para los bises. Si entre los dos suman mas de 70 años de experiencia en los escenarios, no creo que hayan generado nunca tanta dosis de adrenalina como en esta actuación, se les veía disfrutar, casi tanto como los que estabamos alli.
YO NO QUIERO QUE ESTE CONCIERTO ACABE...
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