INGREDIENTES:
Boliches del Pilar
cebolla
aceite de oliva
cigalas
flores de romero
PROCEDIMIENTO:
La víspera había puesto a remojo los boliches, estaban en su punto, los puso en una olla express con media cebolla, una hoja de laurel, y una cabeza de ajos entera, en media hora, pensó, estarán perfectos.
Mientras tanto, la docena de hermosas cigalas que tenía preparadas, tras sazonarlas con sal y pimienta las pasó por un aceite de oliva no demasiado caliente que había depositado en una sartén, les dió una ligera fritura, reservó enteras la mitad de ellas, la otra media docena las peló y troceó las colas en una fina brunoise, de las cabezas extrajo todo el jugo de sus corales, todo ello fue a parar al aceite del sofrito, reservó esta maravillosa y sabrosa mezcla.
Mientras, el guiso progresaba adecuadamente, ella aprovechó para hacerse una ligera restauración, aunque no lo necesitaba, mujer esbelta y bien proporcionada, todavía conservaba ese sex-appel, que ni siquiera los 50 años habían menoscabado...
Después, simplemente añadiría a los boliches cocidos el sofrito de intenso sabor a cigalas, y acabaría el plato colocando dos hermosos ejemplares encima...y unas flores de romero para perfumar...
Él, mientras tanto, está tumbado, medio tirado en el sillón. La camiseta sin mangas dejaba notar una enorme barriga cervecera, mientras enseñaba el ombligo. Con los pantaloncitos cortos y las chanclas por las que se asomaba el dedo gordo, sus peludas piernas descansaban sobre el cojín que estratéjicamente había colocado en el suelo. La barba sin afeitar todo del fin de semana, el brillo del sudor en su cara y el poco pelo que le quedaba (esas briznas alborotadas y mal colocadas y sin sitio fijo) despeinado...
En la mano, una cerveza. En la otra, el mando del televisor. En la mesa, varias latas de cerveza ya vacías y machacadas, el cenicero lleno de "pavas" procedentes del arrugado paquete de Malboro, y un plato lleno con cáscaras de cacahuetes, otras descansaban y poblaban la alfombra. El cigarrillo, colgando de la comisura de la boca. Viendo el partido de fútbol en la televisión, volumen a tope, apenas dice, ni hace nada, si no es para acordarse de la familia del árbitro...
Ella sale de su habitación, monísima, esbelta, provocadora, guapa, elegante, arreglada y perfumada, pasa por delante de él, y sin quitar la vista del televisor ni soltar la cerveza le pregunta:
- ¿A dónde vas tan arreglada y restaurada?
Ella le contesta:
- A dar un paseo con mis amigas
Antes de salir por la puerta, se detiene un momento, se queda mirando el lamentable cuadro que deja atrás y se hace, en voz alta, esta pregunta:
- ¿Será posible, que yo un día vuelva a amarte?
A lo que él, sin apartar los ojos del televisor, tras mentar a la madre del árbitro responde:
- Y tú, ¿cuándo cojones has estado en Marte?
Más sobre los boliches de Aragón